Blog del Rector
Tercer día de Trabajo Remoto Sincrónico (21/09/2023)
Segundo día de Trabajo Remoto Sincrónico (01/09/2023)
Estimadas y Estimados integrantes de la Comunidad Educativa de la ETITC:
Invitación y Reflexión
El viernes primero de septiembre del presente tendremos nuestro segundo día de trabajo remoto sincrónico. Nuevamente, invitadas e invitados a adquirir o a afianzar “hábitos y comportamientos sostenibles” en la escuela, en nuestros lugares de residencia, en el trabajo, en la ciudad y en todo lugar que habitemos. Un instante en lo espaciotemporal para pensar y reflexionar en torno a: ¿Por qué cuánto más sabemos sobre las consecuencias catastróficas del cambio climático, más combustibles fósiles quemamos? ¿Cómo oponer al tecnocapitalismo una reactivación de nuestras propias fuerzas vitales anestesiadas? ¿Cómo cambiar la pulsión de control y domesticación por un ethos del encuentro y la acogida? ¿Cómo comportarse de un modo adecuado con todo aquello que vive y, sin embargo, difiere de nosotros? ¿Cómo construir colectivamente un planteamiento político que acoja la imprescindible convivencia con los otros seres vivos y la lucha sin desfallecer contra aquellos que destruyen el tejido de la vida?
Estamos destruyendo el Planeta
Estamos destruyendo el planeta, es una realidad lastimosa, afirma el científico colombiano Camilo Mora: deforestamos entre 2 y 10 millones de hectáreas por año; extinguimos alrededor de 20.000 especies anuales; nos comimos casi que, a todos los depredadores de los océanos; en la superficie del planeta casi no queda un gran mamífero. Calcula el biólogo Camilo Mora que, en el Planeta actualmente hay cerca de 12.000 millones de hectáreas que se pueden usar sosteniblemente, asegurándose de que cada persona pueda tener 3 hectáreas (para cubrir las necesidades de una calidad de vida promedio). El cálculo nos da a entender que en la Tierra pueden existir de 3.000 a 4.000 millones de personas. En el año 2022 la ONU anunció que la población humana alcanzó la cifra de 8.000 millones de habitantes, es decir, duplicamos en población la capacidad del planeta con sus recursos. Estamos pasando por una masacre metódica de la naturaleza del medio ambiente (principalmente en los países más pobres, muchos de ellos
convertidos en basureros de los residuos tóxicos que les estorban a los países ricos).
Podemos leer en los principales periódicos: los huracanes en todas las cuencas oceánicas se están volviendo más violentos por las temperaturas cada vez más elevadas; las poblaciones de mariposas de Norteamérica se han lanzado a un peligroso viaje hacia el norte para escapar del creciente calor; los ecosistemas del Ártico se están aproximando rápidamente a puntos de no retorno; la capa de hielo de Groenlandia se está derritiendo de manera irreversible; desde mediados de los años ochenta la vegetación de las selvas tropicales está amarilleándose, secándose y reduciéndose. Y, sin embargo, los dueños del
mundo entero, siguen tomando decisiones a diario para invertir en más pozos de petróleo, más centrales eléctricas de carbón, más aeropuertos, más plantas de gas natural licuado o más máquinas para sustituir a trabajadores humanos, de modo que las emisiones no solo van a seguir creciendo, sino que lo harán a mayor velocidad.
Hay razones para afirmar que la ola de calor, la sequía y las inundaciones que azotan algunas regiones del Planeta, y que empujan a sus habitantes a migrar para estar a salvo, tienen alguna conexión con el cambio climático: Lo que estamos viviendo en materia de cambio climático no es solo del presente; es producto de las emisiones del pasado. Entretanto, los gases que emitimos en este eterno presente tendrán su máximo impacto en generaciones aún no nacidas: “otros tantos misiles invisibles dirigidos al futuro”. El efecto del calentamiento global es demasiado retardado (en cada instante se experimenta una temperatura más elevada enviada desde el pasado), significa que, los efectos acumulados de las emisiones actuales se harán patentes en el futuro. La persona que daña a otras al quemar combustibles fósiles no puede, ni siquiera potencialmente, encontrarse con sus víctimas, puesto que estas aún no existen.
Recordemos:
Con la naturaleza no se juega, ella tiene sus reglas, y somos nosotros los que tenemos que cambiar.
Día de Trabajo Remoto Sincrónico en la ETITC
Estimadas y estimados integrantes de la Comunidad Educativa de la Escuela Tecnológica Instituto Técnico Central, estamos invitadas e invitados a vivir de forma propositiva esta apuesta de Institución: tener un día al mes de trabajo remoto sincrónico, como respuesta al primer horizonte de sentido “Responsabilidad y Cuidado por el Medio Ambiente”. Con ello buscamos hacer contribuciones en el ahorro de energía eléctrica, agua, papel, insumos, reducción de residuos y de emisiones de gases de efecto invernadero en la Escuela; pero también favorecer condiciones de bienestar para los integrantes de la ETITC al reducir la movilidad y sus implicaciones.
Igualmente, y tal vez más importante, es la invitación que nos estamos haciendo de tomar conciencia y ser más sensibles al panorama oscuro que estamos viviendo a nivel mundial y nacional en términos de crisis ambiental, pues las actividades humanas se han vuelto tan ubicuas y profundas que rivalizan con las grandes fuerzas de la naturaleza y están empujando a la Tierra hacia una Terra incógnita planetaria. Con preocupación vivimos la materialización de lo que durante décadas nos estaban advirtiendo la Comunidad Científica en la evidencia del cambio climático: olas de calor abrumadoras en varias regiones del planeta, inundaciones en otros lugares, incendios forestales, records de temperaturas, desplazados, principalmente los más vulnerables por el calentamiento global; y a nivel nacional, la vulnerabilidad del territorio colombiano, los eventos hidrometeorológicos extremos, los frecuentes desastres en la región Andina y Oriental como en Puente Quetame, la desertificación en la Guajira, las transformaciones de la
Sierra Nevada de Santa Marta, el deshielo de los glaciares y el ascenso del mar que amenaza la costa pacífica, la caribeña y San Andrés.
Ojalá no seamos parte de la humanidad que piensa y actúa como si el cambio climático estuviera muy distante de ser una realidad, o que se desarrolla en lugares apartados; que es una crisis de la naturaleza, no de la humanidad; que son dos mundos totalmente diferentes, y que los humanos vivimos fuera de la naturaleza, a quien hemos dominado y explotado. No solamente lo anterior no es cierto, sino que, el cambio climático es la mayor amenaza a la que se enfrenta la vida humana en el planeta, amenaza para las diferentes formas de vida y para la misma vida humana. En 2016, los acuerdos de París establecieron dos grados de aumento de temperatura como objetivo global, pero hemos decidido no hablar de un mundo cuya temperatura ha aumentado más de dos grados, tal vez por temor o miedo, o por una fe tecnocrática, pero que en el fondo es una fe en el mercado; o por posiciones ideológicas; o por un escepticismo o desinterés por ecosistemas que nos parecen lejanos.
Es con el cambio climático en la actualidad que se está viviendo el fin de lo normal: no se volverá a la normalidad de antes. Hemos dejado atrás el conjunto de condiciones medioambientales que permitieron que las diferentes formas de vida evolucionaran, y hemos decidido embarcarnos ante esta amenaza de extinción de la especie humana. Muchos de los horrores climáticos más implacables afectarán a quienes están en peores condiciones para superarlos o reaccionar ante ellos; es lo que suele llamarse la justicia climática. A eso es lo que algunos han llamado al cambio climático de “crisis existencial”: con dos escenarios trágicos, donde nuestro mejor escenario posible es de sufrimiento y muerte, y el peor nos sitúa al borde de la extinción de la vida, en general.
Hemos provocado un calentamiento climático y una crisis de la biodiversidad que amenaza, en concreto, las condiciones de habitabilidad de la Tierra para la especie humana. Como lo manifiesta Baptiste Morizot: una especie tiene en peligro de extinción a los otros 10 millones de especies, que constituye la familia extensa, sus cohabitantes cotidianos. ¿Cómo hemos alcanzado esta prodigiosa ceguera con respecto a los otros pueblos del mundo vivo? Hemos degradado ontológicamente a los otros seres vivos (es decir, que se les considera dotados de una existencia de segundo orden, de menor valor, de menor consistencia, que se les ha transformado, pues, en objetos). El humano se cree el único que existe de verdad en el universo.
Más que pasar de una modalidad presencial a una de trabajo remoto sincrónico por un día al mes, estamos invitadas e invitados, a la toma de consciencia de lo que le estamos generando al Planeta y a la Vida, y pasar de una racionalidad consumista y degradadora a una racionalidad y sensibilidad ambiental, en pro de la Vida.
Hno. Ariosto Ardila Silva
Rectoría - ETITC